Cronos y Yo

 En tanto que Cronos, a su albur absurdo, no al mío, midió los versos del mundo a mi alrededor, yo, entre anaqueles polvorientos combados por el peso de la fantasía -o la sabiduría, que acaso sea la misma cosa- conté mi tiempo saltando del lomo al lomo de uno a otro libro.

Ahora, viejo yo ya, Cronos -más viejo aún- se intenta reír de mí: pero su boca se petrifica horrible en una mueca sardónica, y fracasa.

He vencido. No importa si me guardan, fríos, enfermeros y celadores o, cálida, mi amante familia. Ya soy pleno. 

Oh, Cronos, muere conmigo.

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