La Piedra Mágica del Valle del Lobo

 Llevo años buscando en viejos mapas y tratados la Piedra Mágica del Valle del Lobo. Pero no he encontrado siquiera el valle; aunque algunos lugares del mundo parecen responder a las fantásticas definiciones que de él se dan, en cierta medida al menos (tiene uno que separar el grano de la paja). 

   Hay un valle remoto en Iskander, rico en leyendas y peculiar folklore, que podría ser el del Lobo. Allí se habla de una montaña que aparece y desaparece dependiendo de ciertos eventos cósmicos: Borat al'Rut.

   El explorador británico C. J. Nicholson dejó registrada en su cuaderno de campo la visión de aquella montaña en Iskander, después de haber pasado cosa de un año viviendo en una de las aldeas del lugar: «la montaña apareció acompañada de un tremendo sonido como de trueno, el jefe del lugar gritó una bienvenida enrevesada, la que brindaría a un noble visitante, y el pueblo estalló en animado jolgorio, semejante al que se forma en las fiestas de la cosecha. En la cima del gigantesco promontorio brillaba una luz verdosa, en lo alto de lo que parecía la cúpula de un edificio, un santuario. Al preguntar a Baruc, el único miembro de la tribu que chapurreaba mi idioma, me dijo que estábamos contemplando "el aullido de carne", trayendo a mi imaginación extraordinarias semejanzas: podía tratarse de la legendaria piedra mágica del Valle del Lobo, nombrada en antiguos tratados de magia. A mi requerimiento de acercarnos, Baruc se mostró inflexible: estaba prohibido. No pude sino contemplar la montaña intentando buscar alguna explicación física, de carácter atmosférico quizá... sin resultados; la montaña aparecía ante mí completamente real. Mas con la llegada del amanecer desapareció como hacen los sueños; conforme la luz inundaba el valle la montaña se hacía cada vez más etérea, hasta que un luminoso día me mostró el gigantesco valle vacío que llevaba viendo casi un año».


      A veces, en el duermevela, no recuerdo si la piedra otorga extraordinarios poderes, o acaso la inmortalidad, pero es, paradójicamente, en esos momentos dispersos cuando veo con mayor claridad que mi destino ha sido siempre encontrarla. Y aunque soy ya viejo, esta convicción es más fuerte a cada noche que pasa. Como si estuviera más cerca, a pesar de que llevo años sin salir apenas de mi gabinete. 

      La Piedra espera, ineluctablemente, una mano que la sostenga y unos ojos que la contemplen, estoy seguro. Y tal vez un mensaje de devastación sea entregado al mortal que la alcance: el universo me derrota, pero no terminaré de creerlo hasta que la Piedra Mágica del Valle del Lobo, ese aullido de carne, me lo grite a la cara.

      

   

Comentarios

  1. Los ansias que duran toda la vida son ellas mismas La piedra mágica del valle del lobo.

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