Distracciones (un soneto)
El trabajo duro no cura el alma
Pero la mantiene ocupada un rato
Una piedra no desvía el regato
Y el Diacepam tan solo el cuerpo calma
La mente bulle inquieta y sin recato
Escupiendo a tu cara de improviso
Su verdad: acuchilla sin aviso
Aquí te pillo, aquí te violo y mato
Pero igual el trabajo recompensa
Y hasta el Diacepam, ¡y los cabezazos!
Pues feliz es siempre aquel que no piensa
También pueden servir besos y abrazos
Pero ¿trabajar ocho horas al día?
¡Muy pocas para esta melancolía!
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