La inmarcesible semilla

[Este cuento fracasó estrepitosamente en una convocatoria, lo publico de aquí para los futuros estudiosos de mi obra y figura]

                               *

¡Planchette se mueve! Por fin. Llevo horas esperando que la causa paranormal se manifieste, encerrado en este agujero apestoso y oscuro; huele a meados viejos, a sangre, a palizas, a iniquidad.

Aquí pasó siete años de su vida Danilo Trajano, el actor que despertó mi interés, precisamente, por todo lo relacionado con lo paranormal; fue con su película «La inmarcesible semilla», puede que su único fracaso de taquilla (luego dejó de intentar hacer otra cosa distinta que su personaje de siempre: Cuchillo, ese asesino justiciero y loco que no se cansa de follar y drogarse). En fin, a lo que iba: por única vez en su carrera, Danilo interpreta en este film a un estudioso de lo oculto que se enfrenta con los fantasmas de su pasado para intentar reconciliarse con su presente. La película me impresionó vivamente y pronto me vi emulando al personaje, y vi que mi vida iba emulando, asimismo, la trama de la película, o casi.

El propio Trajano participó en la escritura del guion y se sentó en la silla del director, con poca fortuna según muchos críticos, que, creo yo, no supieron ver lo que había tras la historia: verdad. Danilo Trajano no hizo más que retratarse a sí mismo, su paso por la cárcel mejicana (con esa escena maravillosa en la que consigue soldar un pincho para defenderse de sus acosadores con el metal de una monedita de níquel y un trozo de gavilla desenterrada del patio…); su salida de la misma y posterior visita al director Terence McNeel, que lo había conocido en el penal mientras rodaba la escena, de inmortal fama, del combate de boxeo: pretendía McNeel usar a los presos de público para el enfrentamiento de la película entre el protagonista y un contrincante que en principio iba a ser interpretado por un actorzuelo cualquiera de segunda, pero al ver la apostura macarra de Trajano entre los concurrentes no pudo sino pedirle que se acercara: «¿Sabes boxear?», le espetó al mejicano. Trajano, adoptando una pose pugilística propia de principios de siglo, como en uno de esos viejos cromos de boxeo, le contestó resuelto: «Aquí todos saben, jefe». El resto de la historia es conocido de sobras: cómo bordó la pelea, cómo guardó cual un tesoro durante el resto de su condena la tarjeta que le diera el director, y cómo éste, al verlo de vuelta, le brindó la oportunidad prometida (su primer papel con McNeel: «Cerezas, cigarrillos y sangre»).

Con el tiempo Trajano pasó a ser la leyenda del cine de acción que todos amamos, pero su estancia en la cárcel nunca fue muy conocida: ni él quiso hablar de ella ni el público se interesó especialmente, ni siquiera sus biógrafos. Pero heme aquí, la noche que se cumple un año de su trágica muerte, en la celda que él ocupara, en esta cárcel abandonada, en ruinas, esperando que su esencia, su fantasma, su psique, consienta en comunicarse con este admirador, que desvele la génesis de sus posteriores éxitos, su historia jamás contada. Y he aquí que por fin, al borde de la media noche, planchette se ha movido:

—¿Quién eres?

«D», «A»…


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