Metempsicosis verde

   Primero el viento llevó polvo y tierra sobre mi losa, llenando los surcos de las letras talladas en la piedra, hasta que una pátina marrón uniforme la cubrió por entero. 

   En tanto crecían hierbas en los bordes de la lápida, como en fila, delineando el rectángulo que ya era invisible.

   Luego la lluvia hizo barro, y más tarde el sol lo endureció. Y durante años el ciclo se repitió indolentemente.

   Las plantas dejaron de seguir el surco recto marcado por el borde de la lápida, ya olvidada a unos centímetros de profundidad, ya empezándose a quebrar y disgregar; y todo se cubrió de verde, cual si fuese el campo que antaño sin duda fue.

   Las raíces medraron, locas se enredaban, blancas y flexibles como gusanos, se multiplicaron; unas crecieron más que otras, y en la superficie, del tallo tímido, el futuro arbolito devino en tronco. Cada estación más duro, más alto, cada paso hacia el cielo significaba otro paso hacia el centro de la Tierra; cada brazo que se estiraba en busca de las nubes significaba otro brazo que pretendía agarrar el núcleo caliente del mundo.

   Las recias raíces penetraron mis antaño ojos, boca, pecho y corazón, desgajándome y al tiempo nutriéndose de mí. Y entonces empecé a sentirme nuevo, y a olvidar los despojos del pasado. Alegre metempsicosis de vientos, lluvia y pajaritos, de echar hojas verdes y dejarlas caer, ya pálidas, y sentirlas amustiarse a mis pies, tornando mía su esencia volátil.

   Olvidé manos y aprendí ramas; olvidé ojos y supe de la visión omnímoda de los de mi especie; mi voz: crujidos en la tibia tiniebla del incipiente invierno.

   Y heme aquí, que por fin callo, las palabras cesan, el recuerdo muta de individual a colectivo, y el tiempo se translitera, se vuelve onomatopeya abstrusa, lo siento: hasta aquí puedes entender.


Comentarios

  1. Como si de un gnomo hablases. Te transformas y cambias, de una vida pasas a otra, y tu Julio Verne interior te obliga a volver a incrustar tus pies en la tierra y buscar el núcleo caliente del que provienes.

    Muy buen texto metafórico, parabólico y lleno de sentido.

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    1. Un gnomo es lo que siempre he sido, nomás ahorita lo ando recordando

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