La nunca trascendencia

 —Importa. Porque es mío.


            Billy Summers


             

El mundo se desvanece

Todas mis palabras escritas se desleen

Mi euro, efímero y miserable, decrece

Como la luna, hasta ser céntimo, no más

Todas mis entrevistas de mentirijilla

Las reseñas de mis libros

Las grotescas declamaciones de mis poemas 

Las opiniones certeras de sesudos lectores

¡De amantes y apasionados lectores!

Se olvidan y son parte de lo nunca dicho

Son parte de lo nunca

Mis hijos dicen:

"Mi padre, sí, ese viejo gruñón

Tenía un hobby, escribía historias

O montaba avioncitos que no volaban

No recuerdo, aviones que eran solo decoración

Sin piloto, sin motor, acumulando polvo en un rincón

O libros, qué se yo

Sin palabras dentro

Hojas, cientos de hojas, sin ojos, en negro"

Así dirán

Y yo, con demencia senil, alzheimer, artritis, urgencias defecatorias espontáneas e incontrolables, con las cejas pobladísimas y grises, muy grises

Yo, con el olvido en la mirada

Con balbuceos en los ojos

Con desconcierto en mi antaño profunda calma marrón verdosa

Y con legañas, muchas legañas

Diré cualquier bobada y me moriré

Y dejaré que me quemen

Que me esparzan en el callejón de detrás del crematorio

¡No en los fiordos noruegos, no en Taniquetil!

Y si queda algún libro mío

En alguna desolada librería que aún no se derrumbó bajo el peso de la idiocia que substituyó la atmósfera primitiva

Ese libro, como un petardo de a duro

Hará ¡paf! 

Y ya no será

Y con suerte algún viejo amigo

Dani, por ejemplo

A punto ya de mirir él mismo

Con baba seca y amarillenta como lefa improductiva manchándole la barba

Boca abierta, ojos que imploran cadalso, cicuta, guillotina

Oirá la pequeña explosión y se morirá

Con una mueca horrible que nadie, salvo yo

Sería capaz de llamar sonrisa.

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