En fin

De nuevo tirada en la cama esperando a que la hora real coincida con la que marca el reloj de gato que hay en la mesilla. Se paró algún día, poco después de comprarlo, a las nueve y cuarto, no sé si de la noche o de la mañana. Y en vez de cambiar la pila pensé en esa vieja tontería, “incluso un reloj parado da la hora correcta dos veces al día”; y desde entonces, o más bien desde que me di cuenta de que se había parado, tontamente espero a que la hora del móvil coincida con la del reloj de gato (¿o es al contrario?): las nueve y cuarto. Entonces, me pongo en marcha.


Realmente puedo ponerme en marcha cuando quiera, soy mi propia jefa, digamos. Yo marco mi ritmo. (Aunque sea en verdad el reloj de gatito el que lo hace). Soy una fracasada con pasta, una puta pienso a veces, un maniquí. Me hago fotos, las cuelgo en mis diversas cuentas en casi todas las redes sociales que dan dinero de una forma u otra. Tengo suscriptores de pago en cuentas especiales, cuya única diferencia con el resto es que se me ven los pezones. Sí, la gente paga por ver mis pezones, y pagan un buen dinero. ¿Por qué? No tengo ni idea. Hombres y mujeres, todos adoran mis pezones. A mí me parecen pezones normales y corrientes.


No es que sea millonaria, pero aquella otra frase famosa, creo que atribuida a Buda -no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita-, puede representarme un tanto: soy sumamente morigerada, apenas gasto en comer, menos en vestir, no pago más que mi conexión (esa sí, de primera) a internet, y poco más. Antes compraba maquillaje, pero las nuevas tecnologías lo han dejado obsoleto, al menos para las fotos. Ni fumo ni bebo… Antes leía bastante, novelas, pero ahora me aburren, así que tampoco gasto en libros. Y el dinero se acumula tontamente, más tontamente aún que yo misma esperando la coincidencia horaria.


Cuando salgo a la calle, a comprar vituallas, o a gestionar algún papelajo que no se pueda gestionar por internet, nadie se fija especialmente en mí. Puede que sea porque mis pezones permanecen ocultos, o puede que sea porque soy una chica de lo más normal cuando me visto con unos vaqueros y una camiseta. Mis vecinos ni me saludan al pasar. Y todo eso me gusta, me gusta esta vida en que no hago nada, en que me dejo llevar por ese no hacer nada. Lo único que no me gusta en realidad son las absurdas fotos que me hago; pero sin ellas, me digo, tarde o temprano tendría que recurrir a cualquier otra cosa, a un trabajo de verdad. Y seguramente sería peor que las fotos.


Esto debe ser la alienación de que he oído hablar, más bien de que leí en su día. Alienación. Una palabra que me suena a convertirse una en extraterrestre. O a descubrir, poco a poco, que no perteneces a esta Tierra.


En fin.


 



Comentarios

  1. 😮😮😮(🤔... Pagará mucho ese tipo de cuenta?...) 🧐... Esta bien, solo lo pensé por un momento... 😂

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