A los impostores de la literatura

Si no amas tus palabras

Si no amas tu poesía

Si no amas tu grito

Entonces, no grites, no cantes

Ni escribas

No pienses tampoco

Muérdete la lengua, arráncatela

No mires, no vivas

Púdrete en un cenicero

Deshazte, horrible estatua de sal

Sé tierra, ceniza, polvo

Y yo, viento, te barreré de la faz de la literatura.



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