Salmones y ectoplasma

 Escritura automática de Daniel Aragonés en respuesta a la mía (léase la anterior entrada)

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Inspirado por Franky, lo escribo mientras veo una serie infantil con mi hijo. Escritura automática.


Los salmones son mierda. Igual que ese brick de leche con moho y un enano haciéndose una paja dentro. 

¡Terrícolas, bienvenidos a Marte! Bradbury os espera a todos en su casa brick de leche, echando su leche y usando una esponja hecha con semen. Joder, esto no es automático, es frenético, es la puta leche (otra vez milk, estoy enfermo). Es igual que un prospecto de medicina ídiga para enanos con síndrome de down. No sé si se escribe así. Me la suda todo. Se trata de no pensar en nada. Ahora le sacaré la mayonesa a mi salmón, hijos de puta. Ya sabéis lo que digo.

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El autor decide el término "salmón" inspirado sin duda por el texto anterior, pero no debemos olvidar que el salmón simboliza, en algunas culturas, el respeto infinito que los hijos han de profesar por los padres, y por tanto los súbditos al rey, o los guerreros al jefe de la tribu (en las regiones de África donde Claude Levereaux acuñó el término "salmón pródigo" en sus trabajos de campo entre 1920 y 1927, para referirse a este paradigma sagrado).

La referencia a la leche, o semen, o mayonesa, no hace más que reforzar esta intención del autor almuradielano de mostrar ese "respeto infinito" por el creador del anterior texto automático, utilizando la imagen de "mientras veo una serie infantil con mi hijo" para simbolizar la adhesión de los dos autores a la "aura catena homeris", como sin duda nos avisa, magistralmente, con la referencia a Bradbury, no el literato, sino el investigador paranormal que demostró, en 1947, que cuando te estrujas el salmón jamás consigues mayonesa o cualquier producto lácteo —recordemos su pronunciado filosemitismo—, sino, siempre, ectoplasma.


Consúltese, para más ahondamiento, el Necronimicon de Abdul Alhazrel.


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