Un hombre en un aparcamiento
Hay un hombre llorando dentro de su coche, en el aparcamiento. Debe llevar llorando por lo menos media hora, piensa una mujer, porque ella ya se fijó en él antes de entrar al Gran Bazar Asia, y claro: le llamó la atención ver a aquel hombre llorando, espectáculo si no asombroso, sí poco común. Ahora, recién salida, con sus compras resueltas, el hombre sigue allí, en su coche, llorando en medio del aparcamiento. Por eso sabe la señora que lleva por lo menos media hora. El coche está perfectamente metido en la plaza, la misma distancia de un lado que de otro a las líneas blancas pintadas en el asfalto. El hombre también está perfectamente sentado. Como le enseñaron sus mayores, podemos suponer, con la espalda recta, la cabeza alta; la vista, si estuviese fijada en algún sitio, diríamos que lo está al frente; pero parece más bien que se pierde en horizontes inexorables. Llora sin parar, como un motor al ralentí. Además de la s...